A punto de dormirte bajo el ledo
A través de la bruma invernal y del limo
A una menesterosa disciplina sujeto
«¡Adán, Adán, un beso!», dijo, y era
Adorad a la Virgen en su amable santuario
Al pie de sus fruncidos campanarios, madura
Alisia y Cloris abren de par en par la puerta
Alternando a capricho el candor de sus prosas
Anoche vino a mí, de terciopelo
Apurando la cena de aceitunas y nueces
Aramís ordena que los danzarines
Aramís ordena que los doce Meses
Bajo el regio crepúsculo de oro azul y grosella
Bajo la madreselva que en la reja
Bajo su banderola pertinente, la escuela
Bion y Lucina, émulos en fervoroso alarde
Bosteza el buen Domingo, zángano de semana
Cien fugas de agua viva rezan a la discreta
Citándonos, después de oscura ausencia
Como un hosco motivo veneciano
Con la faja incendiaria de crujiente pingajo
Con la quietud de un síncope furtivo
Con la superstición de mis condales
Con pompas de brahmánicas unciones
Con su veste en color de serpentina
Con sus líneas redondas y su barba lampiña
Con tu heroica sonrisa húmeda en llanto
Cual si pluguiese al Diablo —vaya un decir— engorda
Cuatro rudos gañanes, sobre el hombro herculoso
De pie, entre sus discípulos y las torvas montañas
De tres en tres las mulas resoplan cara al viento
De turbante y babuchas bicolores
Decoración: La sala semeja una floresta
Disonó tu alegría en el respeto
«Do re mi fa» de un piano de vidrio en el follaje
Dorada a fuego por Amor y llena
El Arpa y Dina: sabias musicales
El astrónomo, el vate y el mentor se han reunido
El Harpa y Dina: sabias musicales
El invierno embalsama, con sugestión de faustos
El olivo y el pozo... Dormida una aldeana
El señor Cura, impuesto de sus oros sagrados
En el dintel del cielo llamó por fin la esquila
En torres de marfil, gemas y plata
En tus pendientes, de ópalos malditos
En un beato silencio el recinto vegeta
Entra el viejo Orfeo. Mil notas auroran
Entre las refulgentes armaduras
Entre sauces que velan una anciana casuca
Errando en la heredad yerma y desnuda
Erudita en lejías, doctora en la compota
Es el cura... Lo han visto las crestas silenciarías
Es noche de Neurastenias. Es una noche de junio
Es una ingenua página de la Biblia el paisaje
Evidenciaban en moderna gracia
Flamante con sus gafas sin muchos retintines
Flota sobre el esplín de la campaña
Frente a la soporífera canícula insensata
Fuera: el trueno juega y corre con su inmenso monolito
Gemían los rebaños. Los caminos
Humean en la vieja cocina hospitalaria
Huraño el bosque muge su rezongo
Husmeaba el sol, desde la pulcra hebilla
Huyó, bajo sus velos soñadores
Isaac, Mago en la siembra, gracias al recio puño
Jardín de rosa angélico, la tierra guipuzcoana
Junto al cielo, en la cumbre de una tierra lampiña
La cena ha terminado: legumbres, pan moreno
La druídica pompa de la selva se cubre
LA GRAN SOIRÉE DE LA ELEGANCIA. LA DANZA DE LOS MESES Y DE LAS HORAS GALANTERÍAS ETERNAS
La mesnada que aúlle o la sierpe se enrosque
La mocedad que acude, briosa de las campañas
La noche en la montaña mira con ojos viudos
La sombra de una nube sobre el césped recula
La tarde paga en oro divino las faenas
La tierra ofrece el ósculo de un saludo paterno
La tumba, que ensáñase con mi suerte
Labora la coqueta falange rusticana
LLEGADA DE LOS MESES Y DE LAS HORAS
Llovió. Trisca a lo lejos un sol convaleciente
Lóbrega rosa que tu almizcle efluvias
Los astros tienen las mejillas tiernas
Los dos sentimos ímpetus reflejos
Lux no alisa el corpiño, ni presume en la moña
Mi corazón era una selva huraña
Mirándote en lectura sugerente
Monjas blancas y lilas de su largo convento
Mordiscan las tijeras con apáticos mimos
Mucho antes que el agrio gallinero, acostumbra
Muge un caimán. Sobre la tersa duna
No late más un único reloj: el campanario
No es tu verso el rugido de la plebe
Ocho mulas, con clámides, blondas y ramilletes
¡Oh, la brega que jacta de viruta y de pieles!
¡Oh!, llévame con tus ansias; en las nevadas uvas de tus senos
Oh, Tarascón heráldico, sin tacha y sin deslices
Oh tú, de incienso místico la más delgada espira
Palomas lilas entre los alcores
Para hechizarme, hurí de maravillas
Pasó en un mundo saturnal: yacía
Por donde humea el último arado en los cultivos
Por la teja inclinada de las rosas techumbres
Quimérico a mi vera concertaba
RECEPCIÓN INSTRUMENTAL DEL GRAN POLÍGLOTO ORFEO
Reciamente miraron siempre al destino bizco
Recientemente miran siempre al destino bizco
Ríe estridentes glaucos el valle; el cielo franca
Rosa rosada y divina como una rósea ilusión
Sahúmase el villaje de olores a guisados
Salpica, se abre, humea, como la carne herida
Saludando cortésmente a la buena Mamá Juno
Se adoran. Timo atiende solícita al gobierno
Se hunden en una sorda crisis meditabunda
Sobre el arnés de plata y pedrería
Sobre el césped mullido que prodiga su alfombra
Sobre el rojo diván de seda intacta
SOLO VERDE-AMARILLO PARA FLAUTA, LLAVE DE U
Son campos solariegos... Tal vez, ¡ay! ese muro
Soñaban con la Escocia de tus ojos
Soñé que te encontrabas junto al muro
Suenan galanteos y besos y adioses
Surgió tu blanca majestad de raso
Surgiste, emperatriz de los altares
Tal la exangüe cabeza, trunca y viva
Te anuncia un ecuménico amasijo de hogaza
Temblábamos al par... En el austero
Temerario y agudo y diestro entre los diestros
TERMINACIÓN DE LA FIESTA. DESPEDIDAS Y QUEJAS. LLUEVE. DESFILE DE LA CONCURRENCIA
Tirita entre algodones húmedos la arboleda
Todas —blancas ovejas fieles a su pastora—
Todas las cosas se visten de una vaguedad profunda
Todo fue así: Sahumábase de lilas
Trofeo en el botín de los combates
Un crimen de cantáridas palpita
Un gran salón. Un trono. Cortinas. Graderías
Un repique de lata la merienda circula
Verde luz y heliotropo en los amplios confines
Viste el hábito rancio y habla ronco en voz densa
Ya no te amaba, sin dejar por eso
Yo sé que sus pupilas sugieren los misterios